Aprender a reconocer, nombrar y expresar las emociones es una de las habilidades más importantes que un niño puede desarrollar en sus primeros años de vida. La inteligencia emocional no solo mejora la relación consigo mismo, sino también con los demás. Le permite al niño regular su comportamiento, resolver conflictos, construir empatía y tener mayor bienestar emocional a lo largo de su vida.
Como padres o cuidadores, tenemos un papel fundamental en este aprendizaje. No se trata de evitar que los niños sientan emociones difíciles, sino de acompañarlos para que entiendan lo que sienten, lo expresen con seguridad y sepan qué hacer con esas emociones.
En este artículo aprenderás cómo hablar sobre emociones con tus hijos pequeños, qué estrategias usar, qué errores evitar y cómo fortalecer su inteligencia emocional desde casa.
¿Por qué es importante hablar de emociones con los niños?
Muchos adultos actuales no recibieron educación emocional en su infancia. Por eso, en ocasiones no saben cómo gestionar sus propias emociones, y mucho menos cómo enseñarlas. Pero la buena noticia es que siempre se puede aprender y, al enseñar a nuestros hijos, también crecemos emocionalmente nosotros.
Hablar de emociones desde temprana edad ayuda a que los niños:
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Comprendan qué les pasa por dentro.
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Aprendan a expresar lo que sienten de forma saludable.
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Regulen conductas impulsivas.
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Aumenten su autoestima.
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Sean más empáticos con los demás.
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Resuelvan conflictos con mayor facilidad.
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Prevengan problemas de salud mental a futuro.
Cuándo empezar a hablar de emociones
¡Desde el nacimiento! Aunque los bebés no pueden entender palabras, sí perciben el tono, los gestos y la actitud emocional de los adultos. A medida que el lenguaje se desarrolla (entre los 2 y 5 años), los niños empiezan a necesitar herramientas para ponerle nombre a lo que sienten.
Cuanto antes empieces, más natural será para ellos hablar de sus emociones.
Las emociones básicas
Los niños pequeños primero deben aprender a identificar las emociones básicas, que son universales y fáciles de reconocer:
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Alegría
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Tristeza
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Miedo
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Enojo
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Sorpresa
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Asco
Luego, se pueden introducir emociones más complejas como frustración, vergüenza, culpa, orgullo, ansiedad o celos.
Estrategias para enseñar emociones a los niños
1. Nombrar las emociones en el día a día
Una de las formas más efectivas de enseñar emociones es nombrarlas cuando aparecen, tanto en el niño como en otras personas.
Ejemplos:
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“Estás triste porque se rompió tu juguete.”
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“Veo que estás enojado porque no pudiste jugar más.”
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“Parece que estás feliz por ver a la abuela.”
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“Esa niña está llorando, quizás siente miedo.”
Cuanto más nombramos, más natural será para ellos identificarlas.
2. Usar cuentos, películas y dibujos
Las historias ayudan a los niños a entender emociones a través de personajes con los que pueden identificarse. Algunos recursos útiles:
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Leer cuentos sobre emociones.
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Ver películas y luego hablar sobre lo que sintieron los personajes.
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Usar dibujos animados que muestren distintas expresiones faciales.
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Preguntar: “¿Cómo crees que se siente este personaje? ¿Por qué?”
3. Utilizar juegos para reconocer emociones
Aprender jugando es la mejor manera para los niños. Algunas ideas:
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Tarjetas de caras: mostrar distintos rostros y adivinar la emoción.
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Espejo emocional: hacer una emoción frente al espejo y repetirla.
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Ruleta de emociones: girar y actuar lo que salga.
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Dibujar emociones: “¿Cómo dibujarías la tristeza?”
4. Validar lo que sienten
Validar no es lo mismo que permitir todo. Significa aceptar la emoción, aunque no se apruebe el comportamiento que genera.
Frases útiles:
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“Entiendo que estés enojado, pero no está bien pegar.”
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“Es normal sentirse triste cuando algo se pierde.”
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“Está bien tener miedo, todos lo sentimos a veces.”
Evita minimizar con frases como “no llores por eso” o “no es para tanto”.
5. Contar tus propias emociones
Los niños aprenden por imitación. Si ven que los adultos hablan de sus emociones, también lo harán. Comparte lo que sientes:
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“Hoy estoy un poco cansado, necesito descansar.”
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“Estoy feliz porque pasamos un buen día.”
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“Estoy frustrada porque las cosas no salieron como quería.”
Mostrar vulnerabilidad no te hace débil. Te hace humano.
6. Enseñar cómo regular las emociones
No basta con identificar emociones, también hay que enseñar qué hacer con ellas. Algunas herramientas útiles:
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Respirar profundo cuando están enojados.
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Abrazar un peluche cuando están tristes.
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Pedir ayuda si tienen miedo.
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Ir a un “rincón de la calma” (una zona segura para tranquilizarse).
7. Crear un vocabulario emocional
Ayúdalos a enriquecer su lenguaje con más palabras que solo “bien” o “mal”.
Palabras que puedes enseñar:
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Alegre
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Emocionado
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Asustado
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Cansado
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Confundido
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Agradecido
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Tranquilo
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Nervioso
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Frustrado
Puedes usar un “termómetro emocional” o un “diario de emociones” adaptado a su edad.
8. No castigar por expresar emociones
Nunca castigues a un niño por llorar, por estar enojado o por tener miedo. Lo que puedes corregir es cómo expresa esa emoción, pero no la emoción en sí.
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“No está mal estar enojado, pero sí es malo golpear.”
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“Podés estar triste, estoy acá para ayudarte.”
Si castigas la emoción, aprenderá a ocultarla, no a gestionarla.
Qué evitar al hablar de emociones
❌ No hacer | ✅ Alternativa respetuosa |
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Decir “no pasa nada” | “Sé que te duele, estoy acá contigo.” |
Burlarse de sus sentimientos | “Tus emociones son importantes para mí.” |
Pedir que deje de llorar | “Está bien llorar, es una forma de liberar.” |
Ignorar su malestar | “Contame qué te pasa, te escucho.” |
Apresurar su calma | “Tomate tu tiempo, vamos a respirar juntos.” |
Recursos recomendados
Libros
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“El monstruo de colores” – Anna Llenas
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“Adivina cuánto te quiero” – Sam McBratney
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“Cuando estoy celoso” – Trace Moroney
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“Hoy me siento…” – Madalena Moniz
Películas y series
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“Intensamente” (Inside Out)
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“Daniel Tigre”
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“El jardín de Clarilú”
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“Pocoyó y las emociones”
Cómo saber si necesita ayuda extra
Consultar a un psicólogo infantil puede ser útil si:
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El niño tiene explosiones frecuentes que no logra controlar.
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Tiene dificultad para nombrar o expresar emociones básicas.
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Se aísla, se muestra muy triste o apático por mucho tiempo.
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Usa la agresión como única forma de comunicarse.
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No acepta consuelo de ningún adulto.
Cuanto antes se interviene, mejores son los resultados.
Conclusión: enseñar emociones es enseñar humanidad
Hablar de emociones con tus hijos pequeños es un regalo que los acompañará toda la vida. No se trata de criar niños “perfectos”, sino niños conscientes, empáticos y capaces de cuidarse a sí mismos y a los demás.
Cuando validamos, nombramos y contenemos lo que sienten, les damos permiso para ser auténticos, vulnerables y fuertes al mismo tiempo.
Educar con inteligencia emocional es construir una sociedad más sana desde el corazón del hogar.