Compartir no es una habilidad innata: es una práctica social y emocional que los niños aprenden con el tiempo. En sus primeros años, los pequeños están centrados en sus propias necesidades y deseos, lo cual es completamente normal. Sin embargo, a medida que se desarrollan emocional y cognitivamente, comienzan a comprender que los demás también sienten, necesitan y valoran.
Fomentar el acto de compartir no significa obligar a los niños a dar lo que no quieren. Se trata de acompañar su proceso de aprendizaje, mostrar con el ejemplo, ofrecerles oportunidades para practicar la generosidad y validar sus emociones cuando compartir no sea fácil.
En este artículo, te explico cómo enseñar a tus hijos a compartir desde el respeto, la empatía y el juego, sin forzarlos ni avergonzarlos.
¿Por qué es difícil compartir para los niños pequeños?
Entre los 2 y 4 años, los niños están en una etapa egocéntrica del desarrollo, donde su mundo gira principalmente en torno a ellos mismos. Esto no significa que sean egoístas, sino que aún están construyendo su noción del “otro”.
Algunas razones por las que les cuesta compartir:
-
Están aprendiendo a reconocer sus emociones.
-
Temen perder lo que consideran “suyo”.
-
No comprenden completamente el concepto de turnos.
-
Aún no dominan el autocontrol.
-
Asocian los objetos con seguridad o afecto.
-
Carecen de experiencia en relaciones de reciprocidad.
Por eso, compartir debe ser una enseñanza progresiva y respetuosa, acorde a su edad y madurez emocional.
Compartir no es lo mismo que ceder por obligación
Hay una gran diferencia entre compartir por voluntad propia y ser obligado a ceder algo por presión o miedo. Cuando forzamos a un niño a compartir, el mensaje que recibe puede ser:
-
“Lo tuyo no es tan importante.”
-
“Tus emociones no cuentan.”
-
“Debes complacer a los demás para ser aceptado.”
En cambio, cuando lo guiamos con empatía y paciencia, aprende:
-
A escuchar y considerar a los demás.
-
Que compartir puede ser voluntario y gratificante.
-
Que tiene derecho a decir “no” con respeto.
-
Que dar no implica perder algo valioso, sino ganar conexión.
Estrategias para enseñar a compartir desde la infancia
1. Dar el ejemplo constantemente
Los niños aprenden mucho más por lo que ven que por lo que les decimos. Si te ven compartir, esperar tu turno, ofrecer ayuda o actuar con generosidad, ellos también querrán hacerlo.
Ejemplos cotidianos:
-
“Voy a compartir mi manta contigo.”
-
“¿Querés probar un poco de mi jugo?”
-
“Voy a esperar mi turno como vos.”
2. Hablar sobre lo que es compartir
No des por hecho que tu hijo entiende qué significa compartir. Explícaselo con ejemplos simples:
-
“Compartir es prestar algo por un rato.”
-
“Podés jugar con tu juguete y después prestarlo.”
-
“No es regalar, es dar un momento.”
También podés hablar sobre cómo se siente la otra persona al recibir algo:
-
“Tu amiga se sintió feliz cuando le prestaste tu camión.”
3. Enseñar turnos en lugar de forzar a prestar
A veces, hablar de turnos es más fácil de comprender que el concepto abstracto de compartir. Por ejemplo:
-
“Vos jugás cinco minutos con el camión y después es el turno de tu hermano.”
-
“Cuando termine su turno, te lo devolverá.”
Podés usar temporizadores visuales (como relojes de arena o alarmas suaves) para que el niño vea cuánto tiempo queda.
4. Validar sus emociones
Si tu hijo no quiere compartir, no lo obligues. En su lugar, validá lo que siente y ofreceles opciones:
-
“Entiendo que no quieras prestar tu peluche. Es muy especial para vos.”
-
“¿Querés elegir otro juguete para prestar mientras?”
-
“Podés decir que no de manera amable.”
Esto enseña límites sanos y también la importancia del consentimiento.
5. Preparar el ambiente antes de jugar
Cuando sabés que tu hijo va a compartir espacio con otros niños, podés anticiparte:
-
Guardar aquellos juguetes que no quiere compartir (especialmente los de apego).
-
Dejar disponibles juegos colectivos (bloques, plastilina, pelotas).
-
Hablar antes de la situación: “Hoy viene tu primo. ¿Qué cosas querés compartir y cuáles no?”
6. Utilizar cuentos y juegos sobre generosidad
Hay muchos libros infantiles que abordan el tema de compartir. Algunas recomendaciones:
-
“El pez arcoíris” – Marcus Pfister
-
“La pequeña oruga glotona” – Eric Carle
-
“Yo puedo compartir” – Karen Katz
También podés representar situaciones con muñecos o títeres donde uno presta y el otro agradece, mostrando cómo se sienten.
7. Elogiar la actitud, no solo la acción
Cuando tu hijo comparte, en lugar de decir solo “¡qué bueno que prestaste!”, enfocáte en cómo se sintió o cómo hizo sentir al otro:
-
“¡Qué generoso fuiste! Tu amigo se puso muy feliz.”
-
“Vi que esperaste tu turno. Eso fue muy amable.”
-
“Compartiste sin que nadie te lo pidiera. Me encantó tu actitud.”
Esto refuerza la conducta positiva sin depender de premios externos.
8. Respetar su derecho a decir que no
Compartir no es obligatorio. También es válido que un niño diga que no quiere prestar algo. Lo importante es cómo lo comunica:
-
“Podés decir ‘este juguete no lo presto, pero podemos jugar juntos a otra cosa.’”
-
“No tenés que dar todo, pero sí podés ser amable con tu respuesta.”
Aprender a poner límites también es parte del desarrollo emocional.
Qué hacer cuando hay conflictos por no querer compartir
-
No intervenir de inmediato: Observá si pueden resolverlo solos.
-
Acompañá sin juzgar: “Veo que los dos quieren el mismo juguete.”
-
Guiá la solución: “¿Cómo podemos hacer para que los dos jueguen?”
-
Proponé turnos o alternativas: “Uno juega ahora y después el otro.”
-
Reforzá lo positivo después: “Lo resolvieron muy bien. Estoy orgullosa.”
Qué evitar al enseñar a compartir
❌ No hacer | ✅ Alternativa respetuosa |
---|---|
Obligar a compartir | Ofrecer alternativas y enseñar turnos |
Decir “¡Qué egoísta sos!” | Validar: “Entiendo que te cueste, es tu favorito” |
Usar premios para que comparta | Reforzar el valor intrínseco de la generosidad |
Comparar con otros niños | Fomentar su propio progreso sin presión |
Castigar por no compartir | Enseñar empatía sin miedo ni vergüenza |
Compartir no siempre es fácil (ni para los adultos)
Incluso los adultos tienen momentos en los que no quieren compartir: comida, espacios, herramientas, tiempo. Lo importante es no exigir a los niños más de lo que pedimos a nosotros mismos.
Enseñar a compartir es un proceso que se da con:
-
Tiempo
-
Modelos positivos
-
Acompañamiento emocional
-
Experiencias significativas
Conclusión: compartir es sembrar empatía
Compartir no es solo prestar un juguete: es construir un puente hacia el otro, entender sus necesidades, generar vínculos de confianza y aprender que la generosidad no nos quita, sino que nos conecta.
Cuando acompañás a tu hijo con respeto, empatía y paciencia, no solo estás enseñando una habilidad social: estás formando un corazón generoso, consciente y capaz de convivir con los demás de manera sana.
La generosidad no se impone. Se contagia.